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Ilustración de Yanira Calvo T.

SE ARMÓ LA CAIMANERA

Algunas personas me han preguntado el por qué en la redes sociales me identifico con la imagen de una CAIMANA. Tengo varios motivos, algunos secretos y retorcidos, otros no tanto, pero para que nadie se quede con la curiosidad aprovecho este espacio y daré cuenta de algunos de esos motivos. Así, cada quien podrá tomar como cierto el que mejor le parezca. Aunque la verdad verdadera, es que todo esto tiene que ver con un cuento que escribí hace varios años, recordando mis andanzas por el Orinoco, y que titulé La Caimana.

Como una cosa lleva a la otra, en esto de ser curiosa, me he ido topando con historias, cuentos y autores increíbles que tienen como tema a los caimanes y cocodrilos, por lo que que decidí compartir con mis lectores algunos de estos hallazgos. Hay un poco de todo, como en botica, aparte de «mis motivos» y anédotas personales van referencias sobre antiguos mitos, cuentos de espantos y aparecidos; también historias de amor, breves reseñas de libros que me gustan, notas biográficas, datos científicos e imágenes sorprendentemente recurrentes de estos animales en la literatura y en nuestro imaginario. ¡Un verdadera caimanera!

Es oportuno mencionar que todo esto ha sido posible gracias al apoyo de María Isabel Hoyos, encargada del diseño y manejo gráfico de la web, de Yanira Calvo creadora de la imagen de la caimana y al de muchas otras amigas y amigos como Lourdes FierroOswaldo Rosales, Wajari Velásquez y Vladimir Hidalgo L., quienes me han brindado sus conocimientos, creatividad, datos, información y muy buenos ratos hablando sobre caimanes y cocodrilos.

EL CUENTO

Un día de esos de érase una vez, como dice mi sobrina, cuando trabajaba para Cinesa filmando un documental sobre el río Orinoco salí de rodaje con mis compañeros de equipo y fuimos a parar a San Fernando de Apure. En esa ocasión el objetivo era filmar la fauna de la Orinoquía. Cuando llegamos a San Fernando, entre las historias y anécdotas que nos contaron los lugareños estaba la de una mujer que había criado a un caimán y que el susodicho bicho, dormía en una bañera. Eso no se ajustaba a la verdad de los hechos, pero no tuve oportunidad de comprobarlo y tampoco de conocer personalmente a las protagonistas de la anécdota. Contábamos con el tiempo justo y filmar a un caimán dentro en una bañera no era una opción atractiva. Yo insistí por pura curiosidad, pero Martín Álvarez, el camarógrafo del equipo y conductor del vehículo en el que nos transportábamos, se negó rotundamente. «Será en otra oportunidad», me dijo y salimos de San Fernando.

Si quieren ver el documental completo «Orinoco, Señor de las aguas», abajo está el enlace de Cinesa. Para variar, en los créditos no aparece mi nombre ni el de ninguna de las mujeres que trabajamos en la película.

Beatriz Bermúdez R. junto a Martín Álvarez en compañía de una de las familias ye’kuana que les brindó cobijo y apoyo durante la filmación de «Orinoco, el señor de las Aguas». Akanaña, 1987.

Siguiendo el plan de rodaje, continuamos nuestro camino. Cruzamos en chalana el Orinoco y tomamos la carretera hasta Puerto Ayacucho donde teníamos varias visitas y entrevistas pautadas. «Ya no hay caimanes en esta parte del río», nos decían algunas personas mientras que otras afirmaban haber visto alguno merodeando por los raudales de Atures. Una de esas visitas pautadas era a la Estación Biológica del extinto Ministerio del Ambiente donde tenían un caimán en cautiverio. Allí nos entrevistamos con la bióloga responsable de la Estación quien nos presentó a un enooorme y triste caimán enjaulado. Entre otras cosas, la bióloga en cuestión nos comentó que siempre habían creído que se trataba de un caimán macho hasta que, meses atrás, habían encontrado una puesta de huevos en su reducida jaula. Se trataba pues, de una triste caimana en cautiverio de la que hicimos algunas tomas que aún deben estar en el Archivo Fílmico de Cinesa, en Caracas. Por otra parte, para fecha de esta publicación la caimana sigue en el mismo lugar, vivita y coleando.

Así luce la caimana de la Estación Biológica de Pto. Ayacucho, en Amazonas.

Curiosamente, después me enteré que algo muy parecido había ocurrido con la famosa caimana de Faoro, la que a su vez, resultó ser el mismo caimán del que nos habían hablado en San Fernando de Apure. Ambas historias, junto a otras de caimanes que guardo por ahí, quedaron dando vueltas entre mis notas de viaje y cuando me dio por escribir sobre el tema mezclé todo, lo aderecé con lo primero que se me ocurrió y plof ¡apareció «La caimana»!

Debo acotar que para entonces busqué por Internet información sobre caimanes, pero no encontré lo que buscaba. Tampoco tenía ni la más remota idea de que el caimán de la bañera en San Fernando era caimana y no caimán, que había un hombre en su vida y menos aún que existía una versión de esta historia publicada años atrás por María Cristina da Fonseca. En fin…

Lo cierto es que me divertí mucho escribiendo un cuento sobre un caimán que resultó caimana. Desde entonces he ido encontrado coincidencias increíbles entre lo que había imaginado y lo que en realidad ocurrió, pero, como suele suceder, la realidad superó a mi imaginación. Por otro lado, la imagen de un caimán en una bañera me parecía tan propia del surrealismo llanero, o lo que es igual del “alma llanera” de quienes nacimos en esta rivera del Arauca vibrador, que no la podía dejar pasar. Eso que para entonces no me había enterado de que la famosa caimana lucía fundas de oro sobre sus colmillotes, algo así como el diente de oro de Pedro Navaja. A la final, el caimán en la bañera resultó ser una de esas imágenes recurrentes que han ido apareciendo a lo largo de esta histora.

Este recorte de prensa que aparece en la página Web que Josef Fischer y Bärbel Saarmann dedican a sus recuerdos y experiencias en Venezuela, recoge una noticia que titula «Cocodrilos en la bañera» (Krokodilein der Badewanne), en la que se reseña la aventura de unas crías de caimán del Orinoco, que Josef capturó en Los Llanos en 1961 y que luego «donó» a un zoológico en Viena. http://members.inode.at/841268/index.html

Volviendo al cuento, el primer borrador de La caimana lo envié para su corrección a Valentina Salas, https://www.valentinasalas.com/  investigadora, escritora y experta en arte y literatura cuya obra recomiendo. Luego, visto, corregido y comentado el texto por mi sabia amiga y correctora oficial, (soy disléxica y con una pésima ortografía), envié el cuento a varios concursos literarios y también a unas cuantas editoriales sin obtener respuesta alguna.

Pasó el tiempo y en realidad no sé si sería casualidad, el cosmos o esa de que las ideas “flotan” con su propia energía y van de una cabeza a otra, pero cuando un par de años después de mis envíos sin respuesta vi que publicaban en España un libro con un título que conocía bien, me dio un retorcijón en un pie y me dije: ¡Jolenchi! ¡eso no se hace!

Pero eso es solo parte de esta historia. Y si quieren seguir leyendo sobre caimanes, cocodrilos y otros temas, ya saben a dónde ir o lo que es igual, pueden volver por aquí.

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Beatriz Bermudez Rothe

Antropóloga, creadora multidisciplinar, escritora y editora venezolana.

Esta entrada tiene un comentario

  1. Teresa Ontiveros

    Hola Beatriz, te escribe Teresa Ontiveros. Estaba borrando los spams de mi correo y me encuentro esta información. Es decir, estaba tu invitación a ver tu blog en el spam. Quería comentarte, que en el año 2017-2018, no recuerdo bien, asistí a una exposición en la galería Spazio Zero (creo que así se llama) por Bello Monte, referida justamente al caimán, llevaba por título UN COCODRILO LLAMADO CAIMÁN, sus creadores, la excelente fotógrafa y arquitecta Susana Arwas(fallecida, muy querida por mí) y el etnólogo, fotógrafo Edgar Moreno, auspiciada por la embajada de la República Federal de Alemania, Caracas. Excelente exposición, con fotos, con textos que hacían mención al caimán, desde novelas hasta textos académicos, performances. Sería bueno que entrevistaras a Edgar Moreno, sobre este tema, ellos pensaban crear hasta un museo sobre el caimán.

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