WARAIRAREPANO

COLECCIÓN INFANTIL BILINGÜE

La colección infantil bilingüe Warairarepano fue creada en 2004 por Monte Ávila Editores Latinoamericana, en el marco del reconocimiento constitucional de los idiomas indígenas de Venezuela. Su nombre deriva de las palabras del idioma caribe Waraira Repano con las que los indígenas karaka, habitantes originarios de la capital del país, conocían al cerro Ávila. Una montaña “totémica” para la gente de la ciudad de Caracas, según palabras de Alexander von Humboldt (1769-1859), a la que también, dicha editorial, debe su nombre.

Warairarepano como proyecto editorial, reconoció el protagonismo de los narradores indígenas y la necesidad de revalorizar y revitalizar los idiomas amenazados, como el añu, pero también lo más hablados, como el wayuu y el warao, además de otros idiomas indígenas. De esta manera, la colección se adelantó visionariamente a los objetivos que se plantea el Decenio de las Lenguas Indígenas (2022-2032) aprobado recientemente por las Naciones Unidas, sobre la urgente necesidad de preservar, revitalizar y promover la diversidad lingüística y el multiculturalismo de los que son garantes los pueblos indígenas del mundo.

Aunque esto se lee fácil, bien sabemos cuanto ha costado. Los pueblos indígenas de Venezuela, del continente americano y de muchas partes del planeta, llevan siglos luchando sin descanso porque sus derechos, lenguas y culturas sean reconocidos y respetados por los estados nacionales que surgieron tras el proceso de colonización. Estados con leyes y costumbres que los negaban y discriminaban.

Por eso el objetivo principal de la Colección Warairarepano ha sido dar a conocer esos idiomas como complejos sistemas lingüísticos, portadores y contenedores de sus conocimientos y tradición milenaria. Pero también, a las personas que han luchado arduamente por una educación intercultural bilingüe y por superar el prejuicio tan extendido de que lo que hablan no son idiomas, sino dialectos.

¿CÓMO SURGE LA COLECCIÓN WARAIRAREPANO?

La propuesta inicial de la colección, basada en un proyecto en el que llevaba años trabajando, contemplaba la edición y publicación de diez títulos en dos años. Cinco de ellos sobre los idiomas indígenas venezolanos más vulnerables y amenazados, y cinco sobre los más hablados. Estos últimos se publicaron en el tiempo previsto entre 2005 y 2007, pero los títulos sobre los idiomas más vulnerables resultaron muy complejos, el proceso se alargó y quedaron algunos pendientes por publicar.

Como he comentado en otros escritos que aparecen en este sitio web y en algunas de mis publicaciones, los idiomas indígenas son, para mí, la trama que da soporte al tejido social de sus pueblos y un aspecto fundamental de sus luchas. Por lo tanto, entre las muchas acciones ideadas para su reconocimiento y valoración, por parte de la sociedad en general y de las nuevas generaciones indígenas, en particular, me propuse publicar narraciones indígenas bilingües en formato “libro álbum infantil” y en cuidadas ediciones.

Durante los años 90 busqué financiamiento para la publicación de una narración warao que considero una “joya literaria”. Mi propuesta de entonces era algo audaz. Un libro con doble portada en forma de acordeón. Dos libros en uno, un reto que lamentablemente, ninguna editorial, ni ninguna imprenta quiso asumir. Finalmente, entre 1999 y el 2000, aparecieron los dos libros, pero por separado y con distintos patrocinantes. Es justo reconocer que, aparte de mi labor, la publicación se logró gracias a la creatividad y solidaridad de María Isabel Hoyos, su ilustradora y diseñadora gráfica, así como también al apoyo de otros amigos y amigas como Mirian Labarca y Maite Galán.

Fue también en el año 2000, cuando se aprobó la cooficialidad de los idiomas indígenas con la promulgación de la nueva Constitución Nacional de Venezuela, cuyo texto incluye un capítulo completo y otras disposiciones que reconocen y garantizan los Derechos Originarios de los Pueblos Indígenas. Tal es el caso del artículo 9 del Capítulo I, referido al idioma. Fue dicho reconocimiento, en el marco de un nuevo orden jurídico, lo que permitió que Monte Ávila Editores Latinoamericana, como empresa del Estado venezolano, abriera las puertas al proyecto que años atrás no había considerado.

Más adelante, en medio de la discusión de la Ley de Idiomas Indígenas (aprobada en el 2008 y en la que trabajé como correlatora) la Colección Warairarepano inicia sus andanzas con el compromiso de garantizar el protagonismo de los narradores indígenas. Carlos Noguera (1943 -2014) entonces presidente de Monte Ávila, nombró un comité editorial conformado por lingüistas y conocedores de la literatura indígena, entre quienes podemos mencionar a Esteban E. Mosonyi, Marie Claude Mattei-Müller y José «Pipo» Álvarez. El comité, del cual Carlos y yo formábamos parte, seleccionó a Clementina Cortés como diseñadora gráfica de la colección. Luego, para cada título, seleccionábamos a una ilustradora o ilustrador diferente, pero con un trabajo reconocido.

Los títulos publicados como resultado de este primer esfuerzo recogen narraciones provenientes de
la tradición oral indígena venezolana, en el idioma original y en castellano. Los libros contienen, además, notas sobre los pueblos indígenas dueños de lo narrado, breves biografías de los autores, mapas, glosarios y un CD con las narraciones contadas en ambos idiomas.

Los autores indígenas, además de la firma de sus respectivos contratos de derechos de autor, participaron de manera efectiva y decisiva en el proceso de producción editorial. Algo que espanta a la mayoría de las editoriales. El objetivo era, garantizar que cada publicación respondiera a las especificidades culturales de sus pueblos y facilitaran la identificación de los lectores indígenas con el contenido y las imágenes de los mismos.

Cada libro, además de ampliar el uso del idioma indígena que buscaba resguardar, reveló la creación de neologismos y los incorporó en los textos, mostró avances en la gramática y en la estandarización lingüística. Tanto el equipo editorial, como los autores indígenas, conjugamos nuestro interés en publicar libros de calidad en idiomas indígenas. Apostamos por una propuesta estética dinámica, capaz de expresar su diversidad cultural manteniendo una imagen de conjunto en un armonioso equilibrio entre la calidad literaria y el rigor de las ciencias sociales. Queríamos libros hermosos que a su vez fueran capaces de atraer el interés y la imaginación infantil.

En mi caso, no solo hacía de coordinadora editorial, también fui la responsable de organizar la mayoría d los viajes con los ilustradores a las zonas indígenas donde vivían los autores; de convalidar con la comunidad el contenido del relato cuando fuera necesario y de redactar muchos de los textos complementarios. Igualmente asumí la responsabilidad de coordinar la producción discográfica y la conceptualización sonora de la mayoría de los CD, en colaboración con los narradores indígenas.

El primer título publicado en la Colección Warairarepano fue Sekesekeima, el violín mágico, aquella “joya literaria” que había logrado publicar en el 2000 en una edición limitada, patrocinada por la Fundación del Banco Industrial de Venezuela, hoy desaparecida. Por mi parte, hubiese querido iniciar la colección con otro título inédito de los muchos que hay, pero el proceso de selección se hacía lento y había que presentar la primera publicación a las autoridades, por lo que el equipo editorial se decidió por ese título.

María Isabel Hoyos, quien ya había ilustrado aquella primera versión, se dio a la tarea de recrear y adaptar las imágenes al formato y diseño de la nueva colección. En la grabación del CD de este título tan especial para mí, aparecen algunas notas de violín tocadas por Antonio Lorenzano, un legendario violinista warao que narró el cuento e interpretó su violín para Johannes Wilbert, a quien le debemos que este maravilloso relato haya llegado hasta nosotros.

Cada título de la Colección Warairarepano merece una historia aparte. Son innumerables las anécdotas y sucesos dignos de destacar alrededor de su realización, así como son innumerables los aportes de las personas que participaron en este proyecto. En el año 2005 la colección fue presentada nacional e internacionalmente. Primero en Caracas, luego en la Bologna Children’s Book Fair 2005 y más tarde en las ferias del libro de Buenos Aires, Bogotá, Madrid, Guatemala y La Habana.

Sin embargo, debido a que apenas se imprimieron 3000 ejemplares por cada título, en su mayoría distribuidos gratuitamente en algunas escuelas y bibliotecas de barrios populares, y también a la escasa publicidad que tuvo la colección fuera de los circuitos oficiales, esta ha sido poco conocida y reseñada. A pesar de esto, y a los inevitables errores y faltas que conlleva toda publicación, la Colección Warairarepano es, todavía hoy, un referente en la literatura infantil venezolana. Sobre todo, un aporte innegable e innovador al reconocimiento y comprensión de los idiomas indígenas, de los pueblos que los hablan y de sus culturas.

DECENIO DE LAS LENGUAS INDÍGENAS

(2022-2032)

Esta declaratoria, por parte de la UNESCO, es una manera de reconocer cuan necesarias siguen siendo este tipo de iniciativas para salvaguardar la diversidad lingüística y cultural de los pueblos del mundo. En este sentido, esperamos poder darle una segunda oportunidad a las obras publicadas en la Colección Warairarepano, promover y difundir la colección en los distintos medios y en nuevos formatos, así como lograr imprimir los títulos que quedaron pendientes. Indiscutiblemnte, se trata de un valioso patrimonio cultural que bien vale la pena conocer y difundir.

Sekesekeima, el violín mágico (warao)

Mención Honorífica del Premio Nacional del Libro 2005 Autor: Antonio Lorenzano Recopilación: Johannes Wilbert Adaptación y textos: Beatriz Bermúdez R. Ilustraciones: María Isabel Hoyos ISBN 980-01-1274-X

Kane’wa, el árbol que daba sed (wayuu)

Premio Nacional del Libro, nuevos soportes 2005 Autor: Miguel Ángel Jusayú Adaptación y textos: Beatriz Bermúdez R. Ilustraciones: Oswaldo Rosales ISBN 978-980-01-1295-3

Wäwäpu tjäda, La abuela de las garzas (wotjüja)

Premio Nacional del Libro en LIJ 2005 Autor: Daniel Otero. Recopilación, adaptación y textos: Beatriz Bermúdez R. Ilustrador: Oswaldo Dumont ISBN 980-011-320-7

Yaadakadu, el sobrino desobediente (ye’kuana)

Autor: Manuel Velásquez Recopilación: Marc de Civrieux Adaptación: Beatriz Bermúdez Rothe Transcripción al ye’kuana y narración: Irmer Mendoza. Ilustrador: Iván Estrada ISBN 980-011-294-4

Yamaanësa’ké në’na, la creación de los animales (e’ñepa)

Autor: Aristóbulo Argoti. Recopilación, adaptación y textos: Marie Claude Mattei-Müller Ilustraciones: Laura Liberatore ISBN 978-980-01-1769-9

Pütümaata, keichi, Pütümaata ¡Luna, Luna no te duermas! (añu)

Premio a la Creación Literaria, 2008 del Ministerio de la Cultura Autores: Ana Dolores Márquez y Jofris Márquez Adaptación y textos: Beatriz Bermúdez R. Ilustradora: Carmen Salvador ISBN 978-980-01-1814-6

Atancha petane, El cazador perdido (yukpa)

Autor: Javier Armato Adaptación y textos: Beatriz Bermúdez R. Ilustraciones: Cristina Müller ISBN 978-980-01-1368-4

Tare hudi tarupevede, el origen de los mosquitos (pumé)

Autor: Cleto Castillo. Recopilación: Hugo Obregon y Jorge E. Díaz Pozo. Adaptación: Beatriz Bermúdez Rothe. Ilustraciones: Vanessa Balleza ISBN 978-980-01-1900-6