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Imagen de Edgar Moreno "El museo del caimán".

LA CAIMANA Y EL ESPANTO

Siguiendo con la caimana y Faoro, pasaron los años, las modas cambiaron y el comercio de pieles de caimán dejó de ser lucrativo para los apureños. Sin embargo, Faoro se mantuvo activo como comerciante y joyero. Había envejecido y a mediados de siglo, comenzó a tener achaques de salud. En 1972, se sintió mal, muy mal y lo llevaron a una clínica. Estando allí y viendo que la cosa no mejoraba, él y Ángela decidieron casarse. Había muchos asuntos que atender y no hubo tiempo para iglesias y ceremonias. Poco después, su corazón dejó de latir.

Doña Ángela narró en distintas oportunidades algo que ocurrió durante el sepelio para sorpresa de las personas presentes. Fue al momento de entrar el ataúd a la casa de Faoro para el velatorio. La familia y allegados se encontraban reunidos en el salón principal cuando la caimana se apareció allí sigilosa. Al verla, uno de los chicos que la pareja había criado pidió ayuda para colocar el ataúd en el suelo y en seguida, de un salto, la caimana se trepó encima colocando su cabeza sobre el pecho de Faoro. Conmovidas ante tan inesperado gesto de dolor, hubo gente que comenzó a llorar ¡Hasta hombres hechos y derechos, lloraron lágrimas verdaderas!

La caimana se quedó sobre el ataúd por un buen rato sin poder oír aquel latido que conocía tan bien. De pronto, el silencio llenó el salón y por sí sola, ella se bajó con pesadumbre, caminó más lentamente que de costumbre y se metió en una de las habitaciones de la casa. Después del entierro, la caimana casi no se movía y se negaba a comer. Pasaron los días. Doña Ángela comenzó a preocuparse y aunque compartía y entendía aquella tristeza de la caimana, tuvo que tomar cartas en el asunto. Consultó a un médico o veterinario de su confianza quien le recetó unas inyecciones para “despertar” el apetito y a los pocos días la caimana volvió a comer. Poco y sin muchas ganas. También, sin muchas ganas, regresó al estanque, pero se movía poco por la casa.

EL ESPANTO DE FAORO

Fue así como una tarde, Doña Ángela estaba en la habitación que había compartido con Faoro cuando le pareció oír su voz viniendo de aquel salón del velatorio. Tratando de reponerse del susto, salió de la habitación y cuál no sería su sorpresa al ver que la caimana caminaba en la misma dirección y con el mismo talante que cuando iba al encuentro de Faoro. Ángela contó que lloró del susto al pensar que no había sido su imaginación ¡La caimana también había oído aquella voz y allí estaban las dos, atendiendo a su llamado! Imagino que fue caminando hacía el salón, una detrás de la otra, cuando Ángela entendió el mensaje. Fuera o no la voz de Faoro la que oyeron, ahora la cosa era entre ellas dos y ya era tiempo de ponerle fin al duelo. Desde entonces y para alegría de la muchachera, la caimana volvió a ser la misma, comía como de costumbre y se paseaba por la casa, pero eso sí, nunca volvió a entrar a la habitación de Faoro.

Ángela y la caimana fotografiada por Edgar Moreno, de su proyecto «El museo del caimán».

LA CAIMANA SE DESPIDE

La caimana continúo siendo todo un personaje en San Fernando y en 1987, cuando estuve por allá, me hablaron de ella, pero tal como mencioné antes, no tuve la oportunidad de conocerla, ni tampoco a Doña Ángela. En realidad no me hablaron de una caimana, me hablaron de un caimán, macho, en masculino singular, que había sido criado por una mujer en una bañera. No mencionaron a Faoro, quien hacía ya más de quince años había partido de este mundo, ni al estanque, ni me dieron ningún otro detalle.

Pasó el tiempo y la caimana con su fama a cuestas y cada vez con menos dientes, decidió que también había llegado el momento de partir. Fue así como el 27 de noviembre de 1992, tal como le había sucedido a Faoro, su corazón dejó de latir y sin más, se despidió en silencio. A mi me gusta imaginarme que la caimana y Faoro se encontraron en ese cielo verdadero del que hablan los pumé cuando ven hacía el poniente. Un cielo donde habita el creador y donde los caimanes y la gente son felices.

LA CAIMANA Y EL TAXIDERMISTA

El caso es que aquí en la tierra llana, Doña Ángela no sabía que hacer. Le resultaba duro despedirse de la caimana. Fue entonces cuando decidieron embalsamarla. Según cuenta Aura de Castro en un perfil de Facebook, fue su padre Cruz Rafael Martínez Guevara, quien se encargó de tal tarea. Él era un experimentado y reconocido taxidermista, pero aún así, el encargo le significó un reto y una ardua tarea debido al tamaño y volumen de la caimana y porque la pobre, ya tenía varios días de muerta.

La caimana con  el taxidermista

Cuenta Aura que su padre puso lo mejor de sí para lograr un buen trabajo. Había conocido a Faoro y a la caimana mientras vivían y en honor a su memoria se valió de todo su arte y conocimientos para devolverle a la caimana su forma y prestancia. Fue él quien durante este proceso, encontró en la panza de la caimana las piedras que tiempo atrás se había tragado.

El señor Martínez logró su cometido, si bien en mi opinión la caimana quedó muy lustrosa y perdió algo de su natural colorido, lo cierto es que gracias a su excelente trabajo ella sigue allí, contando su historia desde el resguardo de una caja de vidrio en la casa donde siempre vivió. Aunque sus corazones ya no palpiten, la caimana, Faoro y Ángela continúan vivos en la memoria de la gente de los llanos apureños y en la de quienes de alguna manera, les hemos conocido.

La caimana embalsamada en elsalón de la entrada de la casa donde siempre vivió con Ángela, Faoro y su familia.

LA CAIMANA Y LA FAMA

Cuatro años después de la partida de la caimana, en 1996 apareció el primer libro infantil dedicado a su memoria. Si bien la autora ubicó la historia en Cabruta y no en San Fernando de Apure, como ya relaté, es indudable que se trata de los mismos personajes Por otra parte, dado que la publicación apareció en Chile poco se supo de ella en Venezuela.

Sin embargo, los cronistas e historiadores apureños, y también poetas, periodistas y artistas de un poco más allá, fascinados con esta historia tan aleccionadora, no dejaban de mencionarla y escribir sobre ella o recrearla. Tal es el caso del artista y fotógrafo caraqueño, Edgar Moreno, quien en 2017 presentó su obra-instalación “El museo del caimán”, del cual hemos tomado varias imágenes y sobre el cual escribiré luego. Por ahora les invito a conocer su trabajo en este enlace:

https://museodelcaiman.blogspot.com/

Edgar Moreno. Caimán patrullero. San Fernando, Apure, Venezuela. 2017. De la muestra: “Un cocodrilo llamado caimán», organizada por el proyecto El Museo del caimán y sus lugares, exhibida en la galería Spazio Zero (Caracas) y AE Gallery (Potsdam, Alemania). 2017. © Edgar Moreno

Sin embargo, el origen de muchas de estas reseñas recientes parecen estar en una columna escrita por Vladimir Hidalgo Loggiodice que bajo el título José Faoro y su Caimana”, apareció el 12 de octubre del 2000 en un semanario apureño. Este y otros escritos de Vladimir sobre el tema, según me comentó él mismo en una conversación telefónica, están basados en una larga entrevista que sostuviera con Doña Ángela en esos años. Durante esa entrevista, ella le narró lo ocurrido en el velorio de Faoro y otros detalles sobre la caimana que pocos creyeron, muy a pesar de ser corroborados por varias de las personas que estuvieron allí presentes.

Recorte de prensa de «Semana hoy» publicación periódica apureña en la que apareció la columna que Vladimir Hidalgo dedicó a Faoro y su caimana.

Al año siguiente, en 2001, la fantástica crónica de Vladimir Hidalgo fue plagiada en su totalidad y publicada en un afamado diario capitalino de circulación nacional. Ante su reclamo, el periódico se lavó la manos y el autor del plagio se negó a retractarse dado el impacto que había tenido la publicación en los lectores.

Años después, la misma crónica de Vladimir fue reproducida en el portal de Facebook de NotiClarín, donde a solicitud suya, se aclaró y reconoció su autoría. Tal ha sido la popularidad de dicha publicación en las redes sociales que en el 2020, la crónica se hizo viral y ese mismo año apareció en España otro libro infantil reproduciendo la historia que contara Vladimir y que entonces pocos creyeron.

NotiClarín Digital Apure. 16 de mayo de 2017 

https://www.facebook.com/ElclarindelllanoclamordelacomunidadapureysurdeG/

Desde aquella columna del 2000, otros blogueros han escrito sobre el tema. En la mayoría de los casos repitiendo lo narrado por Vladimir sin mencionar la fuente. Otros, agregando datos e información que no he podido corroborar. Sin embargo, puedo asegurar que en 2015, cuando por alguna razón la imagen de aquel caimán apureño metido en una bañera me asaltó y me dio por escribir sobre él, comencé a buscar información por Internet y nada encontré. Sí pude leer varios artículos científicos sobre el caimán del Orinoco, pero nada leí sobre un caimán domesticado en San Fernando, por lo que decidí escribir mi cuento dejándole todo a la imaginación.

Creo que la razón por la cual entonces no encontré lo que buscaba fue porque no utilicé las palabras claves: Apure y caimana. Lo de que el caimán resultara caimana me lo inventé entonces recordando a la caimana de Pt. Ayacucho, a la que sí había conocido y visitado luego en distintas ocasiones, abogando porque fuera liberada o donada a una institución que le ofreciera mejores condiciones de vida y permitiera su sana reproducción ¡Cual no sería mi sorpresa al descubrir que lo mismo había ocurrido con aquel caimán del que me habían hablado años atrás en San Fernando de Apure!

Pero aquí no se acaba el cuento pues es hora de conocer a otro famoso caimán y que siga la caimanera…

PRÓXIMA ENTRADA: EL CAIMÁN DE SANARE

Beatriz Bermudez Rothe

Antropóloga, creadora multidisciplinar, escritora y editora venezolana.

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