En 2016, para conmemorar el día internacional de la Literatura infantil y juvenil la IBBY –International Board on Books for Young People según sus siglas en inglés– seleccionó un texto y un cartel cargados de una serie de elementos androcéntricos y eurocéntricos que llamaron mi atención. Tanto el cartel como el mensaje fueron, como siempre, ampliamente difundidos en las bibliotecas públicas y escolares, centros culturales, revistas especializadas y medios de comunicación, sin que al parecer nadie viera en ellos nada censurable. Por esta razón, y de un solo tirón, escribí algo al respecto que reproduzco a continuación y que con algunas variantes apareció en la revista La Tinta Invisible…
Lo hago porque me preocupa que la tendencia a utilizar el masculino genérico en la LIJ, en particular la palabra NIÑO para publicar nuevos títulos, organizar eventos de promoción de la lectura y otros casos, se mantenga, no se cuestione, se tienda a «normalizar», aceptar y lo que es peor, se justifique.
Por mostrar solo un par de casos recientes:
Me sorprendió el caso de Irma Pineda, poeta indígena defensora de los derechos indígenas y en particular los de las mujeres y que lo de «NIÑOS» le parezca tan normal.
Y en el caso de este cartel donde ni siquiera la falta de espacio es excusa.
Como estos, son innumerables las obras publicadas cuyo título y promoción sólo utiliza la palabra NIÑO, pudiendo decir «infancia o infantil». No debe sorprendernos entonces que tal como lo afirma Iria Torres en su nota sobre el tema «Igualdad y sexismo en la literatura juvenil», las estadísticas pongan de manifiesto la brecha de genero: más del 60 % de la LIJ está protagonizada por varones. https://es.literaturasm.com/somos-lectores/igualdad-sexismo-literatura-juvenil#gref
Pareciera que solo los NIÑOS y los jóvenes varones leen. Solo se les reconoce a ellos como lectores, como los destinatarios privilegiados de los libros. Pero el asunto va más allá porque del sexismo pasamos a los estereotipos que refuerzan la discriminación de género.
Volviendo al 2016, no fue mi intención, y tampoco lo es ahora, escribir un sesudo ensayo sobre el sexismo en la literatura infantil que imagino los habrá. Sólo quise escribir una sentida nota de protesta. Me molestó mucho que tanto para IBBY como para la Revista Babar, donde leí el mensaje en cuestión, no les pareciera suficiente que el día seleccionado para celebrar lo que conocemos como Literatura Infantil y Juvenil sea en honor a un hombre. Aunque este hombre no cumpla con todas las características del «arquetipo viril» (varón adulto, blanco, heterosexual y propietario)i, es innegable que sirve para reforzar dicho arquetipo el cual, a su vez, sustenta el androcentrismo europeizante propio de esta sociedad y de las prácticas colonialistas de ayer y de hoy.
Veamos que dice Wikipedia sobre el tema:
El término androcentrismo fue introducido en el debate sociológico por la estadounidense Charlotte Perkins Gilman con su obra The Man-Made World; or, Our Androcentric Culture, publicada en 1911. En dicha obra, esta investigadora demuestra como el androcentrismo está muy relacionado con el origen y desarrollo posterior en la historia del patriarcado así como con la discriminación que existe hacia la mujer en el mundo educativo, legal, laboral o personal en la actualidad”.
Parece que desde entonces hemos avanzado poco pues leímos bien, DISCRIMINACIÓN, y es a esa discriminación, a la subvaloración de lo femenino, de la mujer, de la niña, a lo que me opongo, contra lo que me rebelo.
Aprendí bien, mientras editaba la obra de Valentina Salasii «Sexismo, lenguaje y Prensa…» sobre las implicaciones que tiene en la psiquis de niñas y mujeres el uso sexista del lenguaje. Sobre la manera cómo se han ido estableciendo los mecanismos inconscientes y socialmente aceptados para la autodescalificación y autodiscriminación de las mujeres y la aceptación de ese arquetipo androcéntrico como equivalente a lo HUMANO. Y creo que si algo debemos hacer quienes escribimos para niñas, niños y jóvenes, es luchar contra todo tipo de discriminación y contra todo mecanismo o práctica que intente legitimarla, establecerla como algo “natural”.
Por tanto me pregunto: ¿Es natural, aceptable, inocuo, casual o intrascendente que no se mencione a las niñas en una nota como esta de la IBBY y que la imagen seleccionada sea la de un niño varón? ¿Cómo “leer” esta imagen que cual cliché “reproduce” parte de una obra divulgada hasta la saciedad e impregnada de símbolos cristianos y patriarcales? ¿Qué intenta decir esta imagen seleccionada por la IBBY? ¿Que el libro es una creación del dios judeo-cristiano la cual entrega al HOMBRE junto a su aliento divino? ¡Por favor!
Si lo del androcentrismo parece poco vemos como este es reforzado con el eurocentrismo presente tanto en la imagen como en el texto en cuestión. Tal como señala la misma Wikipedia:
“…el eurocentrismo se refiere más concretamente a la mirada del mundo a partir de la experiencia europea occidental, donde las ventajas o beneficios para los europeos y sus descendientes se consiguen a expensas de otras culturas, justificando esta acción con paradigmas o normas éticas”.
Y estéticas, agregaría yo, porque si bien el mensaje de entonces, a cargo de la escritora brasileña Luciana Sandroni, tiene como protagonista a una niña que al inicio del texto parece afirmar “No más princesas…”, esta pronto se desdice con un ¿Por qué no Blancanieves?
Al respecto, me pregunto: ¿No sería un paradigma eurocéntrico el que una niña brasileña en su primera incursión como usuaria en una biblioteca quiera leer “Blancanieves”? ¿No podía ser otro cuento? ¿No existen suficientes autores en su país que merezcan ser coprotagonistas de una nota como esta? Nota que no se queda con Blancanieves si no que mete en el mismo saco a los que llaman los “grandes clásicos” de la literatura infantil. Dale y dale. ¡Siempre los mismos, los infaltables! Pero como por no dejar, para que no se sientan tal mal, de últimos y sin que la niña lectora lo hubiese deseado o pensado, se meten en su mochila algunos de los personajes de la literatura de su país. ¡Por no dejar!
Particularmente, y por muy buenos que sean, estoy hasta la coronilla de los hermanos Grimm y del regodeo con sus obras por las que supongo no hay que pagar derechos. Y conste que admiro profundamente su trabajo como recopiladores al igual que el de Andersen y que nada personal contra ellos ni contra nadie en particular anima esta nota de protesta.
Me pregunto entonces: si nosotras, escritoras americanas, no hacemos un esfuerzo por promover nuestra literatura, nuestro trabajo ¿quién lo hará? ¿Saben acaso cuán difícil es encontrar en Europa una obra de alguna de nosotras? ¡Tan difícil como encontrarlas en las vitrinas de alguna librería en Venezuela donde reinan las princesas y los grandes clásicos de las grandes editoriales extranjeras! Difícil también resulta entonces competir contra ellos.
Particularmente es la primera vez que veo mencionar a Luciana Sandroni y eso que también he sido bibliotecaria y docente y nunca he visto ninguno de sus libros en mi país, ni en Colombia, ni en Europa, ni en ninguna de las bibliotecas, librerías y ferias de libros en las que he estado. Es posible y muy probable que anduviesen por allí, ocultas tras tantos “clásicos” y esta, en mi opinión, es una situación que debe preocuparnos.
Estoy segura que ni el androcentrismo ni el eurocentrismo son una norma para la IBBY ni para la Revista Babar, de la que soy asidua lectora, pero no creo sea buena idea dejar pasar estos “lapsus” que desdicen de los avancen logrados por las mujeres en nuestras luchas contra la discriminación. Lapsus o errores tan ajenos a los que se suponen deben ser los objetivos y principios de entidades como las antes mencionadas.
Espero que mi sentida protesta no ofenda a nadie, no es mi intención, pero me siento obligada a llamar la atención sobre este asunto y espero que en lo sucesivo la selección del texto y la imagen para promover la LIJ se haga con mayor conciencia, equidad de género y culturas.
i Arquetipo viril según Amparo Moreno Sardà (Universitat Autònoma de Barcelona).
ii Salas, Valentina. Sexismo, lenguaje y prensa: caso Venezuela Autoeditado con apoyo de UNIFEM Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer. Caracas, 2005. Incluye bibliografía. 310 Pág.